TUS HIJOS: AMA SU RITMO 

Ruben Dario escribió: “Ama tu ritmo y ritma tus acciones/ bajo su ley, así como tus versos; / eres un universo de universos / y tu alma una fuente de canciones…” 

Ama tu ritmo y el de tus hijos, acógeles en lo que son, en lo que sienten. Establece un lazo con ellos que ya nunca pueda desaparecer, más allá del sanguíneo, del cordón umbilical que según pasa el tiempo se siente un poco más lejos.

Son fuente de todo, de aquello que nos gusta y de lo que nos disgusta, pero todo está bien. Todo puede tener una acogida en nosotros aunque, después, podamos decirles que no estamos de acuerdo con ellos o que a nosotros, por lo que sea, no nos viene bien este o aquel comportamiento.

Que no nos moleste su ritmo o su sentir, separemos lo que sentimos nosotros, lo que la sociedad nos impone y les impone, de lo que ellos sienten o necesitan, para así poder explicárselo. No hagamos niños en serie con las mismas necesidades, o mejor dicho no lo intentemos porque hacerlo es imposible.

Todos somos universos únicos y lo más que podemos aspirar es a comportarnos en sociedad de manera que todos nos beneficiemos de ello, pero no a dejar de sentir el “impulso de”… de hacer aquello que nuestro cuerpo nos pide. Ellos, más libres que nosotros, siguen manteniendo el pulso de su vida por encima de la de los demás, de la nuestra, de la de los profes y he aquí la dificultad de educarles de manera que entiendan que ellos no pueden pasar por encima de todo eso, pero tampoco les impongamos que se queden por debajo viendo pasar la ola sobre sus cabezas, es importante diferenciar lo que sentimos y deseamos de lo que haremos después y cuanto más se nos acepta, se nos tiene en cuenta y se nos escucha como parte de este todo, más dispuestos estamos a colaborar.

¿Cuál es la manera en la que tú mejor aceptas las peticiones, órdenes o proyectos que te trasmite tu jefe? ¿Cumples las normas sociales mejor cuando las entiendes y conoces o ni siquiera conoces las consecuencias? ¿Qué te gusta que te digan cuando estás triste o enfadado? ¿Qué te ocurre por dentro cuando te sientes juzgado? ¿Qué opinas de aquellos que te dicen lo que tienes que hacer? ¿Cómo reaccionamos aún cuando nuestros padres nos dicen aquello que tendríamos que hacer con nuestros hijos?

Cualquier respuesta que surja a esas preguntas será muy parecida a las que darían nuestros hijos o compañeros, o familiares si les preguntáramos, o no, pero también “se vale” preguntarles a ellos.

No tener todas las respuestas no es malo, contestar imponiéndonos y haciendo creer que sí las tenemos, deteriora nuestra credibilidad y la relación con los demás.

Las relaciones fuertes con los hijos, las de confianza, las de “valoro tu sinceridad sobre el hecho que me estás contando”, las de que se note que les contamos y compartimos nuestros miedos e inseguridades, esas son una garantía para que el día de mañana nos cuenten lo que les pasa y podamos actuar en casos de acoso escolar, abusos a menores, drogas, embarazos no deseados, a veces solo estás líneas nos hacen seguir leyendo, no queremos que nuestros hijos sean víctimas de todo esto, pero sinceramente también debería preocuparnos que no sean verdugos, alguien tiene que ser el padre de esas personas que pueden dañar a nuestros hijos, y saber qué necesita un niño que no conoce otra salida que extorsionar al resto nos ahorraría muchos problemas.

La felicidad de nuestros hijos a veces no depende de una soga tan gorda como un acoso escolar, a veces es un hilo tan sencillo como unas compañeras que no escuchan nuestra opinión o no nos dejan elegir a que vamos a jugar hoy en el recreo, no escatimemos en la comunicación con nuestros hijos ni en el establecimiento de una confianza que nos ayude en las pequeñas cosas y nos evite llegar a sitios donde ningún niño querría llegar, ni el agresor ni el agredido.

Fuente: www.desarrollatcoaching.com

Nuria Redondo, coach y formadora emocional