El hecho de que tus hijos usen WhatsApp para mantener el contacto con sus amigos, no tiene nada de malo en sí mismo, pero requiere un control y seguir unos sencillos consejos. El peligro está en que dejó de ser sólo un sistema de mensajería, para convertirse en una nueva red social, para la que no necesitan ordenador y que llevan constantemente con ellos. Los niños crean grupos, agregan a sus amigos e intercambian documentos.

Es tal el nivel de dedicación, que muchos no encuentran la hora de apagar el teléfono móvil por la noche, por si llega un último mensaje. Y lo primero que hacen al levantarse es encender el aparato para comprobar los mensajes nuevos. Puede generar un nivel de dependencia similar al del ordenador. Y es que, para tus hijos, Whatsapp es una red social. Ahí está el peligro, pues al contrario que el resto de redes sociales que conocemos: Facebook, Twitter, Tuenti…, la aplicación no está registrada como tal, y por eso no está sometida a las normas de seguridad.